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La historia de una mujer que se hizo cargo de sí misma

«No dejes de buscar en el bosque tupido que es la vida, busca apoyo, pero siempre con una dirección clara, de lo contrario los comodines se te acaban…«

Ella, se llama Elizabeth, tenía diecinueve años en aquel entonces y se enamoró como les pasa a millones cada segundo. Una tarde, cuando el viento soplaba fuerte, él le pidió que se casaran. – Estoy segura, de que, si el viento ese día no hubiese hecho tanto ruido, ella habría dicho que no.

Le siguieron días de letargo emocional, si porque me disculpa apreciada lectora, estar enamorado a esa edad es una especie de no existencia, es un influjo que te domina sin que puedas hacer nada, son las endorfinas pintando calles, poniendo flores y separando las aguas para que pases.

Luego, al despertar de ese enamoramiento, las calles están sucias, las flores marchitas y no hay agua… Sin embargo, ella siguió jugando a que la vida empezaba y terminaba en esos espacios de amor y sexo, que ya mirando lo sucedido, eran más bien una azarosa carrera por irse de casa.

La vida que ella tenía era un completo desastre sin estructura, ni apoyo de ningún tipo. Es lo que sucede con los jóvenes de hoy, se pierden en las drogas o la prostitución, lo bueno, es que Elizabeth, se perdió en un laberinto para escapar de ella misma, haciéndose la típica fantasía de que ella sí tendría una familia bien constituida y que ese laberinto tendría por fin una salida bella y tan cálida como una puesta de sol imponente. 

Pasaron tres años y ella ya era madre de dos, ¿Qué? Es que no te escuché, ¿Me preguntabas por él? Él, seguro se estaba divirtiendo con alguna amiga varios días seguidos, ese aparecerá en algún momento, pero, no se sabe cuándo.

Elizabet sin saber que hacer para comer, encerrada con sus hijos y totalmente confundida, se levanta ese sábado de vientos fuertes, tira toda la ropa en una caja y se monta en un autobús con sus hijos, para irse lejos a buscar ayuda con su mamá, ¿Recuerdan? La que no le apoyaba, si exacto, es que no tenía donde ir, más, tenía claro que se iría. – [El poder de la decisión] –

Como deben imaginar, la madre no tendría que ser diferente, el punto es que ese sábado, su madre le dijo: «no te puedo recibir». – [El poder de la lección] – Elizabet, con sus hijos en la calle, decidió apoyarse en la única amiga que tenía y así comenzó todo, – [El poder de la amistad]

La líder que vivía en ella, aún no le era familiar, pero ese día apareció con fuerza. – [Las fuerzas de la vida] – Buscó trabajo limpiando edificios con una señora, amiga de su amiga, que requería ayuda – [El poder de las conexiones] – y, allí comenzó a darse cuenta que si podía salir adelante, – [El poder de saber que puedes] –

El esposo la buscó pero ella no quiso regresar. Él la demandó, le quitó a los hijos y ella dijo: «no puedo volver a esa vida, aunque pierda lo que más amo, porque mis hijos crecerán y si no me hago independiente ahora, ¿Qué ejemplo les voy a dar?».

Ese pensamiento la sostuvo y la sostiene, nunca dio marcha atrás. [El poder del ejemplo y el de saber que puedes] Jamás dejó de ocuparse de sus hijos, aunque fuese en la distancia. A ellos no les faltó nada y hoy, son un hombre y una mujer, que si bien, tienen una relación distante y no como ella imaginó aquel día en que dijo sí al cambYo, son personas de bien y gracias a ella pudieron hacer carreras profesionales y hablar nuevos idiomas… A ella no le importa el reconocimiento, sino el resultado y este, fue bueno, valió el recorrido y el sacrificio. – [El poder de hacer lo correcto durante años y seguir haciéndolo] –

Estoy segura que te preguntarás ¿Y es feliz? Ella entendió que la vida es eso, dolor, retos, perseverancia, encuentros, desencuentros y al final es un hola y un adiós, nada en la vida es eterno, así que, quejarse es infantil y escuchar la voz en la cabeza, es comprender que tú eres tu propia líder, para así, hacer lo correcto en todo momento.

Si te das cuenta, ella no tuvo más guía que ella misma, – [El poder de escuchar-te] – de allí sale todo lo que necesitas para afrontar lo que sea que te toque. ¡Disculpa, se me olvidaba! Si, es feliz porque aprendió a no esperar nada de nadie, más que de ella misma y así, encontró al amor de su vida.   

No dejes de buscar en el bosque tupido que es la vida, busca apoyo, pero siempre con una dirección clara, de lo contrario los comodines se te acaban…

Ámate desesperadamente..

Y jamás dejes de escuchar a la líder que vive en el piso de arriba, en tu cabeza.

REYNA REAL

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