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Todos tenemos una gran capacidad para llevar las riendas de nuestras vidas de manera exitosa, sin embargo, en lugar de usar nuestras potencialidades para optimizar los resultados, vivimos hundidos en un mar de incoherencias.

Las personas son incoherentes, pero no lo son el resto de los seres vivos; ellos actúan con lógica natural y cumpliendo con las leyes genéticas que les corresponden sin que eso signifique un peligro para su propia convivencia.

Esto no sucede con las personas. Estamos dotados de cualidades excepcionales que nos han posibilitado una evolución extraordinaria, pero esto nos hace creernos omnipotentes y consecuentemente, terminamos cometiendo los mismos errores con graves resultados para nuestra propia existencia.

Por supuesto, esto sorprende y defrauda, porque, si disponemos de capacidades superiores que nos distinguen, deberíamos ser, como mínimo, los seres más coherentes del ecosistema vivo y también, ser capaces de mejorar todo lo mejorable.

¿Qué sucede entonces? En lugar de usar estas capacidades extraordinarias para desarrollarnos y evolucionar, las usamos para agredir, devorar, criticar, juzgar y ser incoherentes. Por si fuera poco, hacemos uso de una gran incapacidad de corregir aquello que nos aleja de la coherencia y esto nos convierte en neófitos comparados con los otros seres vivos. Si hay alguien que es capaz de aniquilar y aniquilarse, es el hombre.

¿Cuáles otras incoherencias nos conducen al mal vivir?

Aquí te dejo mis reflexiones y caminos de cambio personal, que millones de veces son iguales a las de miles:

  • Deseamos una excelente educación para nosotros y nuestros hijos, pero, no queremos pagar la inversión.
  • Queremos una pareja perfecta y sin defectos, pero no deseamos cambiar.
  • Deseamos hijos normales e integrados, pero a cambio, les ofrecemos anormalidad, exclusión y disfuncionalidad. Nos convertimos en padres ausentes.
  • Queremos ser delgados, pero no paramos de comer.
  • Deseamos tener cuerpos perfectos, pero no ejecutamos nada para lograrlo.
  • Demandamos honestidad, pero si hay el chance de que algo venga fácil, lo tomamos.
  • Queremos ser exitosos y millonarios, pero sin trabajo ni formación. Creemos que nos lo merecemos solamente porque lo decimos.
  • Criticamos a todo el mundo, pero nunca aceptamos críticas de otros.
  • Deseamos cumplir metas, pero no planificamos nada.
  • Queremos una mejor autoestima, pero seguimos en la autodestrucción permanente.

Y así, pudiera pasar toda una vida entera enumerando nuestras incoherencias. Luego llegamos a ser grandes, pero no a ser adultos. Caemos en el autoengaño y en el aparentar que somos coherentes, pero seguimos repitiendo patrones autodestructivos.

Lo más insólito es que con todas estas incoherencias y la incapacidad de corregirlas, hasta escogemos presidentes de países y después de ser escogidos, nos quejamos porque no sirven para nada.

Y tú, ¿quieres seguir viviendo una vida de incoherencias? O ¿prefieres tomar las riendas de tu vida desde la autorreflexión?

REYNA REAL

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