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“Todo lo que nos irrita de los demás, nos puede ayudar a entendernos a nosotros mismos”,

Carl Gustav Jung.

Tenemos la costumbre de creer que la calidad de vida depende de la situación económica del país donde nacimos, de nuestro entorno familiar, de la cantidad de dinero que tenemos en el banco o simplemente de lo que nos sucede en el exterior y esto, representa uno de los principales autoengaños a los que nos acostumbramos.

La verdadera calidad de vida depende exclusivamente de las emociones y del tipo de pensamientos que constantemente pasan por nuestra mente. La mayoría de los seres humanos trivializa el poder de la mente y le dan poca importancia a su capacidad de crear y atraer experiencias malas o buenas a sus vidas.

Por esta razón, es necesario que tengamos en cuenta que nuestro mundo exterior es un reflejo, una proyección de lo que hay en nuestro interior, y si en nuestro interior predomina el miedo anclado en experiencias de la infancia o de aquello que nos enseñaron sobre la vida, estaremos creando continuamente experiencias que contribuirán a seguir alimentando nuestros miedos.

Ahora bien, ¿qué es aquello que hace una gran diferencia en la vida? Es, sencillamente vivir en amor y no en miedo. Lo contrario al amor no es el odio, es el miedo. El temor paraliza, priva y trauma. Si quieres hacer una diferencia en tu vida, vive en amor y vence el miedo.

No es una tarea fácil, pero algo muy útil es partir de la siguiente premisa: “¿qué haríamos si no tuviéramos miedo?”: seríamos libres, felices, transparentes, capaces, constantes, positivos, creativos, dispuestos.

El miedo es innato al ser humano, es una respuesta natural al peligro y nos ayuda a sobrevivir, pero también nos limita y en ese contexto ha sido utilizado por las grandes “instituciones” como la iglesia, la educación, la política o la religión para doblegar voluntades.

Ante el miedo el cuerpo reacciona con aumento de presión arterial, las pupilas se dilatan, el corazón bombea sangre a gran velocidad y afecta la mente a niveles increíbles, pero pasa que a veces el miedo solo está en la mente porque es imaginario.

Cualquiera que sea el miedo que tengamos, al fracaso, al rechazo, a la pérdida de poder, al cambio, no podremos tomar decisiones, no seremos creativos y tampoco seremos felices.

Si no tuvieras miedo a aceptarte, reconocerte, a ser rechazado, disfrutarías del amor hacia ti mismo y hacia otros.

Felicidad no es igual a bienestar, hay gente que tiene los sentidos colmados y no el corazón, en cambio la felicidad llena al corazón. Ser feliz es entrar en contacto con tu propia naturaleza y en ese estado podemos sentir amor puro y transparente del ser para poder irradiar cariño a los demás.

El ser humano tiene miedo a su luz, no a su oscuridad. Debemos inspirar para que los demás alcancen por ellos mismos la convicción de que en nosotros está la capacidad de encontrar nuestro amor propio.

Las circunstancias pueden influir, pero no lo son todo, si no, el ser humano no sería libre. Haz una diferencia en tu vida, elimina el miedo y abraza el amor, desde tu ser, tu mente y tu conciencia.

REYNA REAL

Foto de RF._.studio by Pexels